RESTAURANTE VILLA MAGNA
Paseo de la Castellana 22 Rubén Darío 5
Madrid, Madrid provincia, España
Tal y como vienen haciendo algunos restaurantes buenos de Madrid –léase Caoba-, caracterizados fundamentalmente por tener unas magníficas infraestructuras y una menos magnífica facturación -por razones seguramente inmerecidas y sin duda obedientes a esas variables contaminadoras o imposibles de controlar cuando uno abre un negocio-, el Villamagna se apunta al fenómeno restaurante pop-up, o, al menos, así ha funcionado cuando, hace un par de semanas, albergaba, por segunda vez, al súper chef mexicano Daniel Ovadía y a su equipo, en unas jornadas que dieron a llamar “Festival gastronómico mexicano”, y que apenas duraban cinco días. Daniel Ovadía es actualmente una de esas personas a las que conoce todo el mundo en México gracias a su fenómeno Paxia: un restaurante con presencia en los mejores barrios del D.F., que está causando furor entre el público más “fresa”, ésto es, más selecto de la ciudad, con su concepto de cocina tradicional mexicana en clave de alta cocina, y con cualquier tipo esperable de “desestructuración” en su forma y presentación . Con varias líneas de negocio entre las que están el catering, la restauración y la coctelería, Daniel Ovadía nos ha visitado en Madrid, y lo ha hecho en el Hotel Villa Magna, tal vez porque este es el hotel favorito de sus compatriotas mexicanos cuando nos visitan aquí. Con dos menús degustación, denominados “Tierra” y “Mar”, respectivamente, nos ha permitido degustar sabores y aromas mexicanos, como los tacos, los totopos, los frijoles o la gordita de chicharrón, aderezados con sabores igualmente típicos como el aguacate y el cilantro, y con mucho menos picante del que uno pudiera esperar. Unos menús embajadores del gusto de su tierra, que hemos podido disfrutar unos cuantos privilegiados al compás de los mariachis y sus rancheras. Esta iniciativa del Villa Magna ha servido para resucitar un poco su restaurante, habitualmente poco animado a pesar de su formidable reforma hace unos cinco años, y de haber tenido la participación de chefs buenos como Eneko Atxa. Esperemos que no haya sido algo puntual, sino que vayan trayendo a más chefs itinerantes, y se convierta, por qué no, en un restaurante “pop-up”: una solución a la crisis de los restauradores y que, además, sirve para dar a conocer a los clientes diferentes cocinas de autor.
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