Rafael Calvo, 20

Madrid 28010

913197500

 

 

Sin duda no me he esforzado mucho con el título de esta entrada, está claro.  Pero, ¿qué otra cosa podía poner a propósito de este restaurante, que fuera descriptivo y determinante a la vez?  «Mejor dejémoslo así»- he pensado.  Y creo que he hecho bien. Porque, si en su día indicaba que la Gabinoteca me hacía feliz (por su local, por su cocina joven, por la gente que va, por su menaje retro-chic…) las tortillas de Gabino me colman aún más de felicidad porque consiguen elevar al máximo potencial algo tan sencillo y con frecuencia tan poco valorado por muchos como una tortilla, al contrario que yo misma, que soy muy de tortillitas, y no tanto de la de patata sino más bien de la francesa con algún ingrediente.

Tanto es así que yo apenas si he mirado el resto de la carta, pero sí he escuchado con atención a las sugerencias fuera de carta, y nos han convencido las ortiguillas de mar como entrante para compartir.  Nunca las había probado, me han sorprendido, y he descubierto un nuevo favorito culinario.

La decisión de qué tortilla pedir de las seis u ocho que ofrecen no es sencilla, puesto que todas apetecen: de patata tradicional, de espinacas -esa es de mis favoritas-, de pulpo à feira, de trufa…  Queda alguna más, claro, pero son las que recuerdo.  Finalmente nos decidimos por la de pulpo y por la de trufa, a cuyo aroma y sabor soy particularmente adicta.

 

 

 

Las tortillas tienen un buen tamaño y van sin guarnición porque son tan ricas en ingredientes, y tan completas, que hacen bien en no ponerlas con nada.  Recordemos que Las tortillas de Gabino son, además de primos hermanos de la Gabinoteca,  el hijo pequeño de La Ancha, un restaurante español y bueno de toda la vida de Príncipe de Vergara, duplicado después en  la calle Zorrilla.  Y con esto pretendo destacar que son hosteleros, y saben cocinar y montar restaurantes.

Llegan los postres, y tenemos el mismo problema:  seis u ocho, pero todos a cual más atractivo.  Así que, directamente, pedimos dos: la torrija con helado de limón, y el postre de zanahoria caliente, este último por contrastarlo un poco con las tartas de zanahoria que de repente han proliferado en todos los restaurantes de Madrid.

 

 

Creo que ya he mencionado la calidad de la materia prima, el primor a la hora de elaborar los platos…  Me falta hablar del servicio y del ambiente, pues. Diré que el servicio es impecable y que es un sitio elegante  al que, a la hora de comer, van fundamentalmente ejecutivos y gente extranjera que se ve que quiere comer bien.  Es un lugar muy bueno para una comida de negocios, por ejemplo.  Además tiene dos comedores y una zona de reservado que lo hace ideal para cenas o comidas de grupo.  El precio, eso sí, no se puede definir como low cost precisamente.  Con esfuerzo, y pidiendo sólo una tortilla, un café y un refresco podrías comer por unos 20 euros. Este es un buen consejo para los que trabajen o vivan por la zona, pero no para el resto puesto que lo cierto es que no se suele ir así por la vida, ¿verdad?  Hay que calcularle más o menos unos 40 euros de media por persona como mínimo, y si haces fiestas con vino y probando cosas, pues seria más.

Poco más que decir de este sitio, al que no iba desde cuando era una odisea reservar, y al que volveré cada vez que tenga antojo de tortilla…