Hace poco más de una año Diego Guerrero anunciaba su salida del Club Allard, dejándonos en ascuas a todos los seguidores de su “revolución silenciosa” acerca de sus intenciones y destino profesional. Meses después, comunicaba su intención de montar su propio restaurante, y apenas días antes de abrir se conocía cuál era su ubicación exacta.
Mucha expectación generada en torno a este chef oriundo de Vitoria, quien, sin haber cumplido los 40, dejó hace mucho tiempo el cliché de ser un “joven con futuro” a cambio de ser un “joven con presente”, demostrándolo ampliamente en sus diez años dirigiendo el Club Allard y llevándolo a la cima de las dos estrellas Michelín.