DE PASEO POR UN MADRID DE CINE

Mercedes Capmany

Siempre se dice que la realidad supera la ficción. Hay otras veces en que la realidad es la ficción; Madrid es prueba viviente de ello. La capital es un plató de cine que ha servido de escenario de un gran número de historias de película.

A veces, incluso aunque vivamoss en Madrid, no nos damos cuenta de que meterse en la gran pantalla es tan fácil como salir a la calle. Te proponemos una original manera de descubrir la ciudad o, si ya la conoces, de redescubrirla.

Son muchos los directores de cine que han utilizado Madrid como parte de sus películas, en ocasiones jugando un papel muy importante en la trama. Es el caso de un vasco, pero casi madrileño de adopción, como es Álex de la Iglesia. Si sigues a este director, te habrás dado cuenta del peso que tienen los espacios urbanos en su filmografía desde sus primeras películas.

Puede parecer que para encontrar las localizaciones de El día de la Bestia (1995) haya que recurrir al 666, ese número maldito que en Asia tiene justo el significado contrario, pero es mucho más fácil y no tiene ningún peligro. En esta película son súper importantes (no te decimos por qué, por si no la has visto) las famosas Torres de KIO, o también Puertas de Europa, uno de los edificios más conocidos de Madrid. En la misma zona, en ese tramo del Paseo de la Castellana, encontrarás también el obelisco de la Caja, el monumento a Calvo Sotelo o el parque de la plaza de Castilla.

(Foto Wikipedia)

En la misma película de Álex de la Iglesia, aparecen otros puntos de Madrid como la calle Preciados y, especialmente, la Gran Vía y su cartel de Schweppes en el edificio Carrión, también conocido como el Capitol, un luminoso que tiene vida propia.

(Foto Wikipedia)

La Gran Vía, como no la solemos ver nunca, totalmente desierta, protagoniza uno de los momentos más impactantes de Abre los ojos (1997), la película dirigida por Alejandro Amenábar que Cameron Crowe rehízo cuatro años después. En la versión americana, Vanilla Sky, se cambiaba a Eduardo Noriega y la Gran Vía madrileña por Tom Cruise y la Times Square neoyorkina.

Pero volvamos con Álex de la Iglesia porque el director vasco parece estar casi obsesionado con los monumentos más emblemáticos de Madrid. Si a Santiago Segura le hizo colgarse del cartel de Schweppes, Carmen Maura hacía lo mismo en La Comunidad (2000) desde las cuadrigas del antiguo Banco de Bilbao. En la película se usa una reproducción, pero puedes ver las esculturas originales en el edificio del nº16 de la calle de Alcalá. Un paseo por esta emblemática calle madrileña te llevará a ver algunos de los monumentos más famosos de la ciudad, como la fuente de Cibeles o la Puerta de Alcalá.

(Foto Pxhere)

La calle de Alcalá parte del kilómetro 0, situado en la Puerta del Sol, como si quisiera ser una prolongación de la Plaza Mayor. En el lugar que alberga el famoso reloj de las campanadas de Nochevieja, se encontraban algunos de los personales de Las brujas de Zugarramurdi (2012), otra película de De la Iglesia. Julio Medem, sin embargo, prefirió la Plaza Mayor para que se encontrasen sus Amantes del Círculo Polar (1998).

(Foto Pixabay)
(Foto Wikimedia)

Si Álex de la Iglesia es un enamorado de Madrid, hay otro director que no se queda atrás. La filmografía de Pedro Almodóvar es en parte un homenaje a la ciudad de La Movida, de la que él fue parte muy importante. Las primeras películas del director manchego son un compendio de lugares que acogieron esos años de libertad creativa y diversión asegurada. Pero no solo eso, en las películas de Almodóvar podemos ver los rincones más diversos de la ciudad. Lugares que ni siquiera muchos madrileños saben que existen.

Almodóvar nos muestra un Madrid que no solemos ver. El ático de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), que se encuentra en la calle Montalbán, ofrecía unas vistas excelentes de Madrid. En Matador (1986) aparecía el viaducto de la calle Segovia, en Hable con ella (2002) se ve el maravilloso Cine Doré, la sala de exhibiciones de la Filmoteca que se encuentra en la calle Santa Isabel, y en Los abrazos rotos (2009) se muestra el Museo Chicote, que realmente es un bar abierto por el coctelero Pedro Chicote en 1931. A veces, sus películas se trasladan directamente a un barrio madrileño, dejando huella en la historia; es el caso de La flor de mi secreto (1995) con La Latina y de Volver (2006) con Vallecas.

(Foto Wikimedia)
(Foto Wikimedia)
(Foto Wikimedia)

Hay mucho cine que ver en las calles de Madrid, así que una buena forma de buscar rincones de celuloide entre las esquinas madrileñas es hacerlo con una ruta en bici. Si prefieres pasear, ningún problema, solo mantén los ojos bien abiertos y ten cuidado de no tropezar.

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